Maria Vancells

Ni miedo, ni pereza, ni vergüenza

Con qué facilidad podría dejarme caer, rendirme en la cama y dormir las horas del tiempo que no quiero vivir.

Dejar pasar las palabras que se acercan a mis pensamientos y los convierten en cosas que no quieren ser.

Con qué facilidad entregaría las llaves de mi casa a alguien que quisiera estar donde estoy yo ahora y pasara este tiempo que debo pasar, para devolverme luego un castillo inexpugnable y acogedor a la vez.

Dejar que sea otr@ que piense mis pensamientos, que sienta mis sentimientos y que llore mis lloramientos.

Con qué facilidad todo verdad?

Y sin embargo, decido mantenerme en pie, y vivir las horas, vivirlas conscientemente con sus propósitos y sus despropósitos, así sin más, vivirlas.

Decido guardar mis llaves y cuidar mi castillo, con sus grietas y sus ventanas, reconociendo cada rincón para amarlo desde dentro como si fuera desde fuera, y observar, observar mis pensamientos y hablar con ellos así, de tu a tu, para darles la importancia o la desimportancia que merecen.

Con qué facilidad nos damos cuenta de cuan difícil es quererse a uno mismo, tenerse respeto, valorarse y empatizarse.

Ay mira, no sé, salió así y así se fue.

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